LA CONSTRUCCIÓN Y LAS PERSONAS

Pero no ha sido un pasado mítico o indefinido el que ha protagonizado esta epopeya cotidiana. Han sido personas que supieron recoger lo mejor de la tradición y de su propia experiencia para ir dando solución en cada momento a sus necesidades y a las de sus paisanos. Por todo ello, entre las técnicas de construcción que todavía ejercitaron los mayores de la comarca hasta la generalización de los materiales de origen industrial en la década de 1960, podemos rastrear parte de la vasta herencia de las culturas que se desarrollaron en Monegros: íberos, romanos, andalusíes o eruditos renacentistas tienen su prolongación en las adobas, los ladrillos, las tejas o los yesos monegrinos. Pero al mismo tiempo, este rastro histórico se ha transmitido y ha evolucionado de boca en boca y de mano en mano de personas concretas cuyos últimos testimonios podemos recoger todavía entre nosotros. Estas personas eran en su mayor parte albañiles dedicados a la construcción de casas y otros edificios de gran tamaño como pajares o parideras. Aunque también tenemos que contar con algunos labradores, convertidos esporádicamente en auténticos autoconstructores, que mediante técnicas sencillas como la de las adobas o la piedra seca, levantaban pequeñas construcciones de carácter secundario. Además, el régimen de trabajo de la construcción tradicional solía implicar que los materiales fueran siempre por cuenta del amo o encargante de la obra que podía a su vez delegar en otros la extracción o elaboración del material a utilizar u ocuparse él mismo de preparar las adobas, las piedras, el yeso, etc.

TÉCNICAS Y MATERIALES

A base fundamentalmente de piedras, adobas o tapial se han levantado las casas y demás edificios de la comarca hasta hace pocos años. La mampostería es, de largo, el material más habitual en toda la zona mientras que las adobas son más abundantes en aquellas poblaciones situadas a orillas de una corriente fluvial y que, por tanto, cuentan con suficientes recursos hídricos y de buro o arcilla en sus proximidades. El tapial, en cambio, parece que dejó de emplearse en algún momento del siglo XIX, siendo posiblemente sustituido por las adobas.

Otros materiales, menos presentes en cantidad, fueron igualmente necesarios. El mismo barro lo ha sido, empleado como argamasa o como manto interior del tejado. La cal, utilizada para blanquiar los interiores y las fachadas de las casas, era elaborada en unos hornos o "caleras" de los que todavía se conservan algunos ejemplares. El cañizo, y los más primitivos entramados vegetales, desempeñaron un papel fundamental en las cubiertas pero también sirvieron para dar forma a tabiques interiores. La madera, utilizada en la carpintería y en forma de vigas, solía ser de sabina o de pino, o podía traerse desde la montaña en casos aislados. Los ladrillos macizos, reservados en los últimos tiempos para puntos esenciales de la obra como las entradas, los pilares o los aleros, eran fabricados junto a las tejas en los tejares tradicionales entre los que destacaban por su importancia los de Lanaja y Grañén.

El yeso

Félix Rivas

© Comarca de Los Monegros